Perspectivas de Inversión Sostenible en América Latina

Actualmente, América Latina genera bajos niveles de emisiones de CO₂ gracias a su mezcla de energía limpia. Pero al intentar mejorar el desarrollo económico, corre el riesgo de aumentar las emisiones. Creemos que tiene la oportunidad singular de quebrar la tendencia de mayor crecimiento equivalente a más emisiones de CO₂.

Los bajos niveles de CO₂ de América Latina se deben también a una mezcla relativamente limpia de fuentes de energía, en especial en Brasil donde las fuentes de energía renovable representan casi el 50% de la oferta de energía. La poca dependencia del carbón como fuente de energía contribuye a mantener las emisiones en niveles bajos, ya que el carbón produce la mayor cantidad de gases de efecto invernadero en comparación con otras fuentes. La mezcla de energía de la región se beneficia del vasto acceso al agua, donde Brasil, Colombia y Perú utilizan alrededor del 1% de los recursos de agua dulce disponibles - un porcentaje muy inferior al resto del mundo.

Un aspecto en el que la región tiene un desempeño inferior en términos de emisiones de CO₂ en relación con el resto del mundo es la utilización del suelo y la silvicultura, que puede atribuirse al uso indebido de los bosques tropicales del Amazonas. Actualmente, esta es un área de debilidad, pero limitar la desforestación es una posibilidad muy cierta para ayudar a combatir el cambio climático.

La América Latina aún tiene tareas pendientes en materia de educación y de un mejor acceso a servicios sanitarios de calidad. Mejorar estos elementos fundacionales de la sociedad, así como la desigualdad de género, constituye otra oportunidad para el desarrollo regional. El bajo nivel de educación no solo dificulta el crecimiento de los ingresos futuros de las personas, sino que además limita la innovación y crea tensiones sociales a medida que crece la brecha entre los diferentes grupos de ingresos.

La pandemia de COVID-19 ha exacerbado estos desafíos. El escaso acceso a servicios básicos en el hogar ha limitado el acceso de los alumnos de bajos ingresos a la educación y, en ocasiones, el acceso a los alimentos. La crisis tiene el potencial de crear lo que las Naciones Unidas denominan una «catástrofe generacional», donde más de tres millones de alumnos de la región, concentrados principalmente en familias de menor ingreso, posiblemente no se reincorporen al sistema educativo.

En relación con el sistema de salud, la América Latina ha hecho grandes avances en la mejora de los resultados de salud, prueba de ello es el aumento de la esperanza de vida media que en 1990 era de 63 años y actualmente de 75 años.

Pese a estos logros, aún hay desigualdades en el sistema de salud que impiden que el segmento de bajos ingresos de la población tengan oportunidades a nivel económico. Los grupos de bajos ingresos tienen un nivel de acceso considerablemente menor a la atención sanitaria de calidad. No toda la población tiene fácil acceso a un sistema de salud donde la detección y prevención de enfermedades sea simple. Por otra parte, generalmente la atención médica de mayor calidad y las prestaciones especializadas suelen concentrarse en los centros urbanos, lo que significa que quienes viven en zonas rurales reciben cuidados de menor calidad.

La desigualdad trasciende la educación y la salud. Las disparidades de la región entre ingresos, participación económica y oportunidad económica en relación con el género son considerables. La América Latina está muy por debajo de los mercados emergentes y mercados desarrollados en esta área.